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“Hay que cambiar la cultura política para recuperar la Ciudad” Por Virginia González Gass

13.01.2015 07:37 |  Noticias DiaxDia  | 

 Para muchos ciudadanos Mauricio Macri representa a una nueva generación. El PRO conformó un partido sin creencias ni banderas basado en la supuesta transparencia de gestión. En su salto al bache de la cancha de Boca a la política, Mauricio invitó a filósofos, líderes religiosos, prestigiosos referentes de la sociedad civil y jóvenes dirigentes de otras agrupaciones en busca de nuevos espacios. Pero la falta de una cultura basada en la solidaridad y el compromiso por lo público sólo sirvió para aceitar mecanismos de corrupción estructural cada vez más groseros.

El PRO es una alianza que empieza a mostrar el lado oscuro de la fuerza y la mafia de los parquímetros es sólo una simple muestra de cómo la corrupción se filtra en todo los ámbitos posibles. Con la licitación vencida desde 2001, STO y SEC pagan un canon ridículo $ 55 mil mensuales, se quedan con todo lo recaudado y de paso le reclaman una deuda de $ 120 millones, desde 2007.

El caso de las firmas Dakota S.A. y BRD Sacifi, que controlan el estacionamiento medido y el acarreo, es una vieja noticia que vuelve a tomar impulso por el reciente informe del auditor porteño Eduardo Epszteyn. Ambas se dividen la Ciudad desde 1990 y gracias a las prórrogas de Mauricio, continúan con la explotación de un negocio que además está subsidiado parcialmente por la Dirección General de Concesiones, dependiente del ministerio de Desarrollo Económico.

La pregunta obligada es por qué insistir en las concesiones a dedo y la falta de transparencia. ¿Éstas raras gentilezas generan un beneficio para la comunidad? ¿Existe algún retorno para el financiamiento de la política?

La agenda del PRO lleva siempre un gran cartel de “se vende o alquila”. Ocurre con el remate progresivo de propiedades destinadas a emprendimientos inmobiliarios o los acuerdos con el zar del juego Cristóbal López que opera sus casinos y tragamonedas, ¡con beneficios impositivos!

Otro caso menos conocido es la prórroga frente al plazo vencido del Golf Club que está frente al barrio Papa Francisco, en Villa Lugano. Todos los años el PRO intenta consolidar la entrega de los terrenos a sus operadores privados pero no llega con los votos. No debemos olvidar el asesinato en 2014 de Melina López, facilitado por la inseguridad creciente en algunos barrios y falta de coordinación entre las distintas fuerzas policiales que actúan en la Ciudad.

De la mano de Horacio Rodríguez Larreta y Cristian Ritondo, el PRO realizó una gestión basada en una millonaria deuda pública que supera los 2000 millones de dólares, con licitaciones a dedo, contrataciones directas o la extensión de concesiones a un selecto grupo de empresarios.

De esta manera el club de amigos que favorece a los conocidos de siempre como Riva S. A (Eduardo Elsztain) o el compañero de escuela del jefe de gobierno, Nicolás Caputo, va ampliando su membrecía a la medida de las necesidades de generar recursos económicos.

Esto ya lo vivimos con el intendente menemista Carlos Grosso en los noventa. Teníamos escuela shopping y ahora aulas container. Próximamente, bares en plazas, tal vez un Mc Donald´s en el Hospital de Niños y otras ocurrencias del mundo PRO para privatizar lo público. Nada es gratis.

La mafia de los parquímetros promete mayores dividendos por próxima ampliación de la zona de cobertura del estacionamiento medido, que ya aprobó el PRO en la Legislatura. Todo esto lejos está de ofrecer soluciones para la ciudadanía.

Días atrás en mi carácter de legisladora e integrante del FA-UNEN por el Partido Socialista Auténtico acompañé la recorrida con la que Martín Lousteau inició este 2015 por dos bares porteños. Ese espacio amplio viene a discutir cómo cambiar la Ciudad, y a construir junto a los vecinos un proyecto en el que la corrupción no tiene lugar.

No se puede gobernar robando o dejando que un pequeño grupo lo haga a cambio de favores circunstanciales o apetencias personales. Por eso, a Mauricio no le alcanza la plata para políticas sociales.

El macrismo lleva dos gestiones de tropiezos e improvisación. Gran parte de sus funcionarios usan los recursos públicos sin planificación. No rinden cuentas y se comportan como adolescentes tardíos. Gastan con la tarjeta del Ciudad a sabiendas que la fiesta se la paga otro.
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